Björk es a día de una de las artistas más importantes del panorama musical y siempre es buena noticia que presente nuevo material. Un mérito conseguido tras una larga e intensa carrera de más de dos décadas en la que nunca ha dudado en ir más allá en su creatividad y experimentación, si bien con desigual acierto en sus dos últimos trabajos, aunque con un sólido bagaje por la grandiosidad e innovación del conjunto general de su trayectoria recogida en nueve álbumes que la ha colocado siempre a la vanguardia.
Este «Vulnicura» con el que vuelve la cantante islandesa, significa una especie de vuelta atrás en las ideas desarrolladas a mitad de la década de los noventa, alejándose de sus dos anteriores discos en los que llevó la experimentación en sonidos y melodías quizás demasiado lejos con algo decepcionantes resultados y con claras referencias a su disco de 1997 «Homogenic» en planteamientos y arreglos.
Un disco gestado en palabras de la cantante islandesa desde el trauma producido por su reciente rotura sentimental con quien fuera su marido y en el que parece haberlo volcado todo y no haberse dejado nada, exponiendo sus sentimientos más íntimos ante el mundo en letras descarnadas que se desarrollan en largos temas adornados de sonidos de cuerdas, violines principalmente y elementos electrónicos.
La producción del músico venezolano Arca, cada vez más presente en el trabajo de Björk, en buena parte de las canciones es uno de los puntos fuertes del álbum, el cual cuenta además con numerosas colaboraciones de músicos diversos que redondean el resultado final con una gran variedad de estilos y propuestas.
Una cierta vuelta a los orígenes de Björk con un disco que recupera el carácter más sincero y terrenal de la artista y con el dolor como principal elemento catártico de su proceso creativo.