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Rafa Badia visita Evoke Barakaldo

A mediados de enero de 2023, el fotógrafo, editor gráfico y profesor de fotografía Rafa Badia impartió un taller organizado por Evoke Barakaldo, precedido de una interesante conferencia en el Centro Clara Campoamor.

En esta entrevista hace repaso de lo acontecido en aquellos días y reflexiona sobre el momento actual de diversos aspectos de la fotografía y los nuevos modos de creación de imágenes.

Hace unos días y organizado por Evoke impartiste un taller de edición en Barakaldo, ¿cuáles fueron tus impresiones de este? ¿Pudiste ver algún trabajo interesante?

El taller con Evoke fue muy interesante, no solamente porque viese trabajos o proyectos creativos que me sorprendieron, y muy agradablemente, como, por ejemplo, los trabajos de Iraitz, Izaskun o las fotos de Almudena, sino también porque había de todo, de todo un poco, en el mejor sentido de la palabra. Trabajo documental clásico, viajero de un viaje al Rajastán u otro a África y otras interpretaciones más personales. Pero, sobre todo, lo que me gustó fue la actitud de los participantes. Había más talleristas que proyectos. Creo que eran trece talleristas y nueve proyectos, pero la participación de todos ellos y todas ellas, incluidos los que no trajeron sus trabajos, fue muy constructiva e interesante. Yo creo que la interacción entre los diferentes participantes fue muy buena.

El taller estuvo precedido de una interesante conferencia el día anterior en el Centro de Cultura Clara Campoamor. La misma forma parte de un nuevo curso que creemos presentarás en breve, ¿podrías explicarnos de qué tratará?

La conferencia que di en el Centro Cultural de Barakaldo era “Las Cuatro Esquinas” versa sobre la fotografía subjetiva de calle o urbana poética y es parte de un ciclo de conferencias que se llama “La Mirada Oblicua”. En realidad, es una aproximación a la fotografía documental desde sus periferias. Son diez conferencias, en las que se puede participar de forma on-line o presencial, en las cuales nos detenemos en los elementos no centrales de la historia de la fotografía documental, o sea, los márgenes de grandes agencias como Magnum, de grandes autores que fueron a la contra, como Robert Frank o William Klein.

Por ejemplo, una está dedicada a la fotografía y el Rock ‘n’ Roll, otra a fotógrafos comerciales que han dejado un gran trabajo, otra está dedicada a los amateurs, amantes de la fotografía que no quisieron o no supieron dedicarse a la fotografía profesionalmente, como pueden ser desde un Lartigue a una Vivian Maier…, también hay otra sobre paisajística, u otra que versa sobre cómo el imaginario o la concepción de América se ha conformado, entre otras cosas, por fotógrafos de cámara de placas desde el siglo XIX.

Es darle un poco una vuelta a un terreno que yo creo que es la fotografía documental que ya se ha comentado se ha explorado y se ha debatido y razonado bastante en las últimas décadas.

Tras un largo tiempo de restricciones provocado por la pandemia, parecemos volver a una normalidad si bien muchas cosas parecen haber cambiado para siempre, ¿en qué medida ha afectado en la docencia relacionada con la fotografía? ¿Qué detectas que ha cambiado con respecto a los tiempos anteriores a marzo de 2020?

Creo que la pandemia ha influido en nuestra vida en conjunto. La normalización del teletrabajo o la tendencia a hacer las compras a través del e-commerce son ejemplos. En la fotografía también ha influido y en la docencia, clarísimamente.

Se impone un modelo híbrido en el que se combina las clases presenciales con las on-line. Yo mismo tengo cursos en el que cuento con varias personas en el aula y otras tantas asisten a los mismos desde lugares realmente distantes.

Esto ha generado una cultura más líquida en cuanto al compromiso. Los alumnos se sienten menos obligados a participar y es más como si asistieran a un espectáculo. Se va difuminando la línea entre los mensajes de los prescriptores a través de la red y la docencia en tiempo real. Tiene sus cosas buenas y tiene sus cosas malas.

Gozas de gran prestigio en el mundillo de la fotografía, teniendo además gran cantidad de seguidores dentro de la fotografía de calle, un género, o subgénero de la fotografía documental, tan activo como cuestionado, cuando no despreciado, ¿qué debería suceder o cómo debería ser reivindicado para adquirir el prestigio o valor que muchos le niegan?

Lo que ocurre es que ha perdido el carácter de exclusividad. La fotografía de calle es la más popular pues con tener voluntad, una cámara, generalmente digital, y salir a la calle, ya estás en situación de tomar imágenes.

Se publican miles de fotografías de calles al día y muchas de ellas son buenísimas. Pero esta abundancia, devalúa el producto. No es lo mismo una botella de agua al lado de un manantial que en el desierto.

¿Cómo hacerla valer? Pues probablemente reforzando su carácter documental. Es decir, no solamente limitarnos a una fotografía de carácter estético, sino también intentar elaborar discursos a partir de series de fotografías.

Por ejemplo, yo estoy muy interesando en el proceso de conversión de Barcelona, mi ciudad, en un parque temático turístico e intento reflejarlo en mis imágenes.

 ¿Te atreverías a dar nombres de nuevos talentos dentro de la fotografía que debamos seguir?

Me da un poco de temor mencionar unos pocos nombres porque hay mucha gente haciendo cosas muy buenas. Destacaría, por ejemplo, a Gustavo Minas, el fotógrafo brasileño, que está haciendo un trabajo muy interesante en su país natal. También remarcaría el trabajo de muchas fotógrafas dentro del colectivo Women Street Photographers. No solamente nombres consolidados como Melissa O’Shaughnessy, sino también a autoras de América latina, Irán, Rumanía… Hay realmente muy buen trabajo.

En España, sin salir del ámbito de mujeres fotógrafas, destacaría a autoras como Orietta Gelardin, Layna Fernández, Bego Amaré… Hay un montón de gente haciendo trabajos que cuando los veo pienso para mí, ¿para qué sigo haciendo fotos si estas personas lo están haciendo muchísimo mejor que yo?

En las últimas semanas se han popularizado diversas apps en las que inteligencias artificiales conversan, generan imágenes, escriben textos de todo tipo… Se abre todo un debate filosófico para tratar de discernir qué es lo que distingue a los seres humanos, ahora que las máquinas empiezan a ser capaces de crear por sí mismas. ¿En qué lugar quedan los fotógrafos ante esta nueva situación en la que, además de estar (casi) todo fotografiado, existe la posibilidad de combinar todas esas fotografías para crear imágenes nuevas?

Las nuevas propuestas de la inteligencia artificial en la creación, en la génesis de imágenes que no están hechas con la cámara, que pueden producirse sin la intervención directa de las personas, me parece muy interesante. No es algo que me preocupe demasiado. He oído voces de alarma por la posible pérdida de valor completa de las imágenes generadas por la cámara. Creo que son dos cosas distintas.

Es como cuando apareció la fotografía digital y se fue consciente de que mediante la postproducción se podían alterar las imágenes y pensábamos que la fotografía podría estar acabada, pero creo que cada cosa tiene su espacio.

Sí creo que hay una especie de efecto rebote. Frente a la nueva imagen tecnológica que puede estar generada por programas y dispositivos, creo que hay un renacimiento de la fotografía artesanal, y la fotografía artesanal, ahora mismo, es la analógica. El proceso de disparar con carrete, revelar el negativo, hacer las copias en papel químico…, hacer todo el proceso de una forma artesanal, creo que no es solamente una moda, sino una voluntad.

Veo como algo significativo que festivales como Revela’t no vaya a la baja sino al alza y que la mayoría de las personas que en este momento están volcadas en la fotografía analógica sean los nativos digitales, las personas nacidas posteriormente a 1990, educadas esencialmente con imágenes digitales.

Creo que es interesante. No me gustan las visiones apocalípticas y creo que cada cosa encontrará su espacio.

http://rafabadia.net

David Tijero Osorio:
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