En un convulso y atomizado panorama musical, en el que la oferta es cada vez mayor y más accesible, la inmediatez y caducidad es la tónica general donde las novedades de la semana anterior quedan sepultadas por las de la siguiente. Pero de vez en cuando aparece algo que difumina todo lo demás y que desde la primera escucha sientes que es algo llamado a perdurar en el tiempo y la memoria. Este es el caso de “Home again”, el primer larga duración de Michael Kiwanuka, un cantante británico de origen ugandés y de tan solo 23 años, el cual ya había levantado una gran expectación con su EP anterior “The Isle of Wight Sessions”, un trabajo que ya adelantaba el estilo de este su primer disco y denominado por la prensa especializada británica como mejor disco del año a pesar de haber sido publicado a principios del mismo.
Destaca en el estilo del álbum esa ambientación con flautas y coros estilo rhythm & blues que retrotraen a épocas pasadas, cuando la música se escuchaba en cassette y vinilo.
Las críticas hacia este debut han sido rotundas y muchos no dudan en compararle, aunque pueda parecer una exageración, con los más grandes de la época dorada del soul y la Motown tales como Otis Redding o Marvin Gaye y es que resulta difícil no caer rendido ante esa cálida y profunda voz que hunde sus raíces en lo mejor que la música negra ha dado y abre las puertas a tiempos pretéritos con canciones que suenan ya a clásico, quizás por ese regusto deliciosamente retro en la orquestación.
Un disco atemporal, completamente al margen de los estilos más electrónicos imperantes del sur de Londres, de donde Kiwanuka procede, y una nueva estrella que aspira a ser la avanzadilla de la recuperación de una forma de hacer las cosas que casi parecía perdida para siempre.