La Librería Cámara es uno de los establecimientos más queridos por los bilbaínos. Su apuesta clara por la literatura con mayúsculas hace de ella un refugio para los amantes de los libros y del insuperable placer de la lectura. Hablamos con Javier Cámara, responsable de la tienda, sobre la situación de la misma y la del pequeño comercio en general tras un año tan complicado para todos.
¿Qué tal los ánimos tras estos largos meses de pandemia con tantas restricciones?
Los ánimos, un poco variables, todo muy variable, como hasta ahora. La tienda en cada etapa de esta pandemia se ha ido gestionando como ha podido. El sector de los libros no ha parado durante la pandemia, aunque ha estado muy mediatizada según cómo han ido siendo los diferentes tipos de restricciones, lo que ha tenido consecuencia directa en el número de personas que por aquí ha pasado. Hemos tratado de adaptarnos a cada paso, pues siempre hemos estado con la incertidumbre de cómo estarían las cosas a la semana siguiente. Un poco como todos. Ha sido muy cargante. Es ahora cuando empezamos a relajarnos un poco. Dando las gracias por no haber sido un sector que se haya paralizado como otros, pues al principio de la pandemia teníamos la preocupación de que volviéramos a sufrir una crisis económica como la de 2008.
Para aquellos que puedan no conocer la librería, explícanos qué hace de la Librería Cámara un lugar tan especial en Bilbao.
Vengo de una familia de libreros, una profesión en la que siempre hemos visto la devoción. Mis padres siempre me han transmitido una devoción por los libros que ellos tenían cuando trabajaban, al igual que mis tíos y mis abuelos. Es un trabajo muy vocacional. Has de tener un amor y un gusto por la literatura y por otra parte, la ubicación de la tienda, que a pesar de estar en el centro de Bilbao, se sitúa en una calle que no tiene mucho tránsito, lo cual nos ha permitido también orientar la librería hacia un perfil literario que de haber estado en una calle comercial nos habría obligado a tener un cuerpo de “best sellers” y thrillers más voluminoso, pero como no es así, hemos podido educar a la gente para que sepa que aquí puede encontrar un tipo de literatura que no vas a encontrar cuando caminas por una vía comercial. Yo creo que es eso, pasión y literatura lo que los clientes pueden encontrar aquí.
¿Tenéis un cliente tipo? ¿Cómo suele ser? ¿Viene con las ideas claras o busca más dejarse asesorar a la hora de comprar un libro?
La verdad es que tenemos esos dos tipos de perfiles, porque tenemos clientes muy leídos con el gusto muy refinado y que ya vienen sabiendo que va a encontrar aquí lo que busca y también tenemos gente con ese otro perfil, alguien que viene buscando un librero que le asesore, bien para un regalo o para que le descubramos autores, y entre medias de uno y otro, mucha variedad, claro está.
Las costumbres van cambiando y parece que la compra online va ganando terreno, ¿cómo puede hacer frente a ello el pequeño comercio?
Es probable que la venta online sea la piedra que nos arrollará. Hasta ahora venía con mucha fuerza y creo que la pandemia le ha dado aún más fuerza, pero creo que, por otro lado, se han generado dudas y una saturación hacia todo lo digital producto de la pandemia que quizás lleve a un proceso de reflexión sobre el modelo de sociedad que queremos, aunque también es probable que esto se olvide tan pronto la pandemia quede atrás. De todos modos, el comercio local existe desde casi siempre, tiene mucho tiempo, ha pasado por muy diversas situaciones y no creo que se vaya a acabar simplemente porque una nueva tecnología aparezca. Estamos en un momento en el que lo digital se muestra como algo que tiene mucha fuerza, pero que también tiene muchos inconvenientes, hablo de la fiscalización leve a la que está sujeto, de la desestructuración urbana y social que provoca, de la baja calidad de los puestos de trabajo que crea… veremos hacia dónde va. Hay muchas preguntas que hacerse en torno al modelo de sociedad al que vamos, no solo en cuanto al comercio sino en cuanto a un montón de cosas.
Se oyen a menudo declaraciones de políticos e instituciones apoyando al pequeño comercio, surgen iniciativas como los bonos cultura, ¿crees que son soluciones para los problemas a los que se ha de hacer frente hoy día?
El pequeño comercio no tiene, o yo no percibo que tenga una ayuda directa. Al principio fue con las grandes superficies en los extrarradios de las ciudades que se veían favorecidas por lo mismo, ya que el municipio que las acogía iba a recibir un montón de visitas, se iba generar trabajo y demás, así que se le rebajaban las tasas, se le cedían los terrenos… beneficios que el pequeño comercio no tenía, para que, a medio plazo, esa macroempresa acabara por ahogar el consumo del producto que estaba teniendo en sus alrededores. Luego vino la venta online, un modelo al que se le permite vender sin pasar por nuestra fiscalidad y ante esos tipos impositivos y ese entorno de desregulación, estamos totalmente desasistidos. Parece que son los grandes los que van a ganar esta guerra, aunque en algún momento tendremos que darnos cuenta del reverso de todo esto y lo que provoca. Fruto quizás de esa saturación que comentaba anteriormente se empieza a hablar de que a las grandes empresas digitales se les vaya a poner una tasa mínima del 15%, algo que hasta ahora no estaba en la agenda política y que no era una idea que se barajara fuera de círculos de izquierda que no eran mayoritarios. Creo que este es un nuevo modelo que se está implantando, pero que aún tiene muchas aristas que resolver y se verá en un futuro cómo evoluciona, pero, desde luego, a priori, a día de hoy, el pequeño comercio está sufriendo.