Hace poco más de un año, abrió sus puertas en el barrio bilbaíno de Basurto la librería-taller La Saturnina°. Un local que se ha convertido en un punto de referencia para todos los aficionados a la literatura, la fotografía y la creación artística en general. Hablamos con su responsable, Vanesa Lara, de cómo echó a andar el proyecto y del pequeño milagro que supone sacar adelante una librería de barrio.
¿Quién está detrás de este proyecto de La Saturnina°?
Detrás de La Saturnina° estoy yo, Vanesa Lara. Sobre mí puedo comentar que estudié Filología Románica y Literatura Comparada en Barcelona y aparte también me formé en Fotografía y Diseño Gráfico. Actualmente sigo con ambas facetas, la de fotografía y la de investigadora, buscando puntos de unión entre ambas. Mi investigación trata sobre los paralelismos literarios en la obra de la fotógrafa Graciela Iturbide. Un trabajo que, creo, está desarrollándose bastante bien hasta ahora. A la par, en mi faceta como fotógrafa, trato de llevar todas esas investigaciones, todas esas lecturas, a mi terreno fotográfico, en el cual no sé si tengo un proyecto, pero sí sé que hago fotos con un hilo conductor. Me he estado planteando lo del proyecto tras conseguir una beca en los Encuentros Fotográficos de Gijón, aunque proyecto es una palabra que siempre me cuestiono. Mi trabajo no es algo cerrado que quiero terminar cuando lo imprima y se acabó. Mis fotografías y todo lo que hago forman parte de ese trabajo de investigación que llevo a cabo con la literatura y creo que, de alguna manera, todo ello casa.
Compaginando estas actividades que estoy comentando, decido abrir una librería, donde la literatura y la fotografía tienen un lugar especial, que es La Saturnina°. Es un proyecto que sigue en proceso que poco a poco voy mejorando, descubriendo tranquilamente fotógrafos, fotógrafas, escritores y escritoras e incorporándolos a las estanterías.
¿Cómo surge la idea de iniciar una andadura de este tipo? ¿Se gestó durante el tiempo de pandemia o era ya algo pensado con anterioridad que se ha visto retrasado?
Es algo que ya había pensado con anterioridad. Me había inscrito en los cursos de emprendimiento del Ayuntamiento tras dejar el trabajo que tenía como docente para lanzarme de lleno a dar forma a esta idea que me rondaba. Fue entonces cuando nos confinaron por lo que tuve que hacer todos los cursos online. Fue durante ese confinamiento cuando fue fraguando un poco la idea del espacio que iba a abrir. Sí que es verdad que en un principio no tenía en mente que fuera a ser una librería como tal sino que estuviera más dedicada a la fotografía, a la impresión, al papel o a proyectos artísticos, pero fue montándolo todo cuando encontré el local y, siguiendo mi instinto, pensé que debería ser librería junto con el pequeño taller de impresión y creación que tengo aquí. La librería de momento se está llevando la mayor parte de mi tiempo, aunque la idea es que al final todo vaya fluyendo e ir dando salida a todo lo que en un principio tenía ideado.
¿Alguna historia interesante detrás de la elección del nombre?
No sé si puede resultar interesante. El nombre viene por mi abuela, que se llamaba Saturnina, quien falleció hace relativamente poco. No era un nombre que lo tuviera pensado desde el principio y bueno, fue escribiendo a Elisabeth Pérez de Bonito Editorial, que tiene un libro titulado Saturnina, que es una preciosidad, cuando se me empezaron a disparar los sentidos y darme cuenta de que lo tenía todo, que ese era el nombre. Tenía la foto, tenía el logo… todo de cuando falleció mi abuela. Y simplemente fue decir, ese es el nombre.
Muchos pensarán en lo arriesgado de abrir un negocio de estas características en un tiempo en el que cada vez más la compra online va imponiéndose, ¿qué puede ofrecer una librería de barrio frente a las grandes plataformas de venta?
Sobre todo, las relaciones que se crean. El poder escuchar, recomendar e incluso charlar sobre los libros que de aquí salen con las personas que me visitan. Eso no te lo da ninguna plataforma online.
¿Los clientes vienen buscando algo que ya conocen o más bien se dejan asesorar para descubrir nuevos autores?
Hay de todo. Hay quienes saben a lo que vienen y si no lo tengo me lo encargan y esperan pacientemente a que lleguen y otros que vienen a descubrir, a que les asesore y que buscan salir un poco de su área de confort con la lectura.
La lista de actividades que se organizan en La Saturnina° deja claro que es mucho más que una librería, ¿puedes comentarnos alguna de ellas y cómo están siendo recibidas?
Vamos a seguir manteniendo las actividades que se han desarrollado durante este curso. El club de lectura, el taller de escritura creativa para adultos y también el dirigido a niños y el de creación poética. Todos los retomaremos en octubre. Habrá también algunas novedades. Todos los participantes en los talleres han quedado muy contentos con la experiencia y prácticamente todos han mostrado interés en repetir.
También ha habido varias conferencias y he organizado alguna presentación de libros. Trato de no hacer más de una o dos al mes, con ánimo de que sean siempre especiales y de que la gente las pueda disfrutar. Por nombrar unas pocas, aunque sé que me voy a dejar algunos nombres, presentaron sus trabajos escritores como Liliana Colanzi, Brenda Navarro, Jon Bilbao, Fernando Navarro o Álex Oviedo.
¿Tras algo más de un año de andadura de La Saturnina° crees que hay un cliente tipo que se acerca por aquí o no hay un patrón general?
Hay de todo, la verdad. Gente de todas las edades, padres con sus hijos, viene tanto gente del barrio como de fuera del barrio, otros comerciantes de Basurto que están muy volcados apoyándome. Me he sentido muy respaldada por la acogida que ha tenido la librería.
Llevar adelante un negocio me imagino que se llevará buena parte de tu tiempo y energía, ¿queda algo de tiempo y energía para poder dedicarte a tus tareas de investigación?
La verdad es que yo soy muy casera y paso buena parte de los domingos trabajando en mi investigación, casi siempre hasta muy tarde y también las mañanas de los lunes, cuando la librería está cerrada. Poder dedicarme a ello es algo que disfruto muchísimo. He de decir que soy muy organizada y me cunde mucho el tiempo. No sé si es cosa de la maternidad, pero lo cierto es que ahora soy mucho más organizada que cuando era más joven y puedo aprovechar mejor el tiempo.
¿Algún libro u objeto por el que tengas especial predilección que podamos encontrar en la tienda a día de hoy y que creas que interesará a los lectores de esta entrevista, principalmente aficionados y estudiantes de fotografía?
Es difícil elegir unos pocos. ¿Por ejemplo, un libro que a buen seguro conocerán los alumnos de Blackkamera, es el de David Hornback “Where the hell is Wichita?”, que me parece un libro espectacular. “Piel de Lluvia” de Erika Ede también me parece una maravilla. El trabajo de las calles de Barcelona de Joan Colom. Otro que me encanta es “Trees, Water and Light” de Mika Horie, un fotolibro con cosido belga hecho a partir de cianotipias, de edición limitada, y en el que cada ejemplar de la tirada cuenta con una cianotipia original única como portada. También destacaría “Mi tía Ana Mari” de Héctor Mediavilla, en el que compagina fotografías de álbum familiar con dibujos y fotografías que su tía hizo durante el tiempo de confinamiento.