Gonzalo Azumendi es uno de los fotógrafos de viajes más destacados de la actualidad. Su enorme trayectoria profesional le ha llevado a participar en diversos proyectos editoriales como el libro oficial de El Canal de Panamá, otro sobre Bolivia financiado por su Gobierno, sobre el Camino de Santiago, Marruecos… siendo a su vez colaborador en innumerables guías de viaje. Ha participado en la ilustración de más de quinientos libros, exposiciones, conferencias y cursos. Durante más de 15 años, Azumendi ha trabajado por todo el globo, recorriendo con su cámara más de un centenar de países, documentando el Patrimonio Mundial para la UNESCO. En esta distendida charla hablamos sobre la relación del fotógrafo con los medios, su característico estilo de retratar los diferentes lugares del mundo y sus estrategias para conseguir esas instantáneas que consiguen rescatar toda la energía de los lugares que visita y de quienes en ellos habitan.
Cuáles fueron tus inicios en la fotografía, ¿has sido siempre fotógrafo de viajes? ¿Te encuentras cómodo con esa descripción de lo que es tu profesión?
Yo siempre soñaba ser fotógrafo de viajes. Quizás era la típica paranoia que todo el mundo tiene de joven y claro, la realidad era bien otra, como siempre ocurre. Por entonces yo era escalador y solía llevar una cámara cuando iba a las montañas y poco a poco me fui apasionando con la fotografía. Pasé, por así decirlo, de ser alpinista a convertirme en fotógrafo. En aquella época estudiaba Psicología y me decía, pues voy a intentar hacer fotos para ir encauzando mi vida a ser fotógrafo. Así que sí, siempre he querido ser fotógrafo de viajes, aunque es verdad que he hecho muchos trabajos de otro tipo, espectáculos, conciertos, hasta hubo una vez que hice las fotografías para un disco de Silvio Rodríguez. Empecé publicando para la revista Geo y también me publicaron alguna foto en la Gaceta del Norte. Era una dinámica de trabajo distinta. Tú acudías con hojas de contactos de diapositivas en las redacciones y como solo se publicaba en papel, fotógrafos y revistas se necesitaban mutuamente, algo que hoy ha cambiado del todo.
¿Cómo viviste la transición de trabajar con analógico a hacerlo con digital?, ¿Lo consideras como algo que ha facilitado tu trabajo o echas de menos algo de todo aquel proceso de revelado que acarreaba el disparar con película?
Antes era más difícil pues una vez hecha la foto poco margen quedaba para manipular, hoy día, incluso con un móvil puedes hacerlo. No soy documentalista por lo que si lo veo necesario, puedo intervenir las fotografías que hago a mi antojo y esa es la gran ventaja que nos da el digital, aumenta la carga de trabajo y los conocimientos que hay que adquirir pero facilita el proceso. Si hay que elegir entre cómo eran antes la cosas, pues antes bien y ahora, mejor.
¿Sueles estar muy atado a lo que el cliente pide en cada encargo o por lo general te suelen dejar trabajar con libertad y se fían del material que les vas a traer?
Normalmente el fotógrafo editorial, como es mi caso, está dirigido por su cliente, como sucede con cualquier profesional. Tienes la libertad de que si empiezas a hacer un trabajo muy malo serás para no poder dar diez fotos que definan un lugar con más que dignidad. Lo que ocurre es que hay revistas que por ejemplo no les interesa que aparezca gente, algo que en el caso de mis fotografías es todo lo contrario. Yo soy muy expansivo, me gusta que salga gente en mis imágenes. Así que si por ejemplo me llega un encargo de una publicación corporativa, de élite, de estilo más aséptico, pues sabes que has de ajustarte a lo que la línea editorial de tu cliente demanda. Es algo que de alguna manera coarta la creatividad que pueda tener el fotógrafo, ceñirse exactamente a lo que la publicación solicita. Aunque siempre intentes dar tu toque personal a lo que vayas a presentar, ha de predominar lo que el cliente te pide.
¿Cómo es el proceso de preparar un viaje en el que has de fotografiar? ¿Haces una documentación previa del lugar? ¿Recurres a algún fixer que de algún modo te facilita los lugares a los que acudir o la gente a la que retratar?
No preparo gran cosa a menos de que se trate de algo muy específico que he de fotografiar. Quizás conseguir permisos si he de trabajar en algún recinto cerrado, pero si es un viaje mío, me dejo llevar por la energía de lo que encuentro y así es como trabajo, deambulando de sitio en sitio poderoso. Se trata de las sensaciones que cada lugar me da, de sentir la energía de un lugar en cada momento del día o de la semana, de saber cómo la ciudad a partir de una cierta hora comienza a crecer. El fotógrafo se tiene que aliar con su propia intuición, y también, claro, ayuda la experiencia acumulada para saber en qué sitios y a qué horas un lugar determinado alcanza su plenitud.
El factor humano es una de las características principales en tu trabajo, ¿Tienes alguna maniobra de acercamiento para abordar a un desconocido y que quiera posar para tu cámara? ¿Ese acercamiento varía según la cultura de cada lugar?
Es cuestión de estrategias. En realidad eres un vendedor. Tienes que saber cómo hacer tu pequeño teatro o cómo tienes que entregarte, o dar confianza para llegar a esa persona, o saber de qué modo has de pasar desapercibido para que el fotografiado no note tu presencia. Si necesitas ayuda para engrandecer una escena, entonces entra en juego la estrategia. Puede ser abordar a alguien por sorpresa o pedirle ayuda y, en general, la gente es muy colaborativa, sobre todo en fines de semana o en vacaciones. La estrategia la improvisas en cada situación y supongo que tengo un patrón de una veintena de estrategias diferentes que aplico en cada situación.
¿Hay algún país en el que sus habitantes sean especialmente esquivos a la hora de dejarse retratar?
En Yemen por ejemplo no me resultó nada fácil hacerlo, sobre todo si intentaba fotografiar a una mujer y me veía un hombre, la reacción no era muy buena. Y eso a pesar de que en otros países árabes me he sentido muy cómodo. Sí que por ejemplo hay que ir con cierto respeto en zonas como los zocos, donde la gente está vendiendo y puede que les moleste que alguien aparezca de repente y les fotografíe sin más. Siempre hay que ir con respeto en esos momentos. Pero en Yemen sí, no fue sencillo. Sucede que en los lugares se siente un determinado tipo de energía y quizás la de aquel país, próximo a una guerra por aquel entonces, la situación no era la mejor. Supongo que en otra situación habría sucedido algo similar, pero es verdad que los lugares se mueven por ciclos de energía y de alguna manera yo me guío por las sensaciones que esa energía me produce para fotografiar. Sucede en todos los lugares. La Barcelona de hoy día, por ejemplo, no es aquella ciudad efervescente del año 1992 o por el contrario, la ciudad de Bilbao hoy día está en un pico alto de energía y eso se traduce en los numerosos encargos que llegan para hablar sobre esta ciudad.
¿Alguno otro donde especialmente sencillo?
Sí, sin duda. Hay países donde literalmente se pegan por aparecer en la foto, como por ejemplo puede ser la India. En países del Sudeste asiático como Tailandia, donde la gente es muy tranquila es siempre muy sencillo fotografiar. En Japón, por ejemplo, son tan contenidos, que no sabes muy bien si realmente les molesta que les fotografíes, en sencillo hacerlo pero no acabas de saber si es que toleran que les fotografíes o son tan educados que aunque les moleste no dicen nada. En Europa en general, bien, aunque es cierto que te puede imponer más alguien que veas en las calles de ciudades como París que en algún otro lugar, pero en general no suele haber mayores problemas. Sea donde sea donde se fotografíe, el respeto es esencial. Hay diferentes culturas, unas lo admiten mejor, otras no tanto, pero siempre hay que mostrar un respeto, un afecto, no se puede ser un depredador. Muchas veces es suficiente con un gesto, tratar de igual a igual la persona que quieres retratar y, si da su consentimiento, adelante.
¿Te queda algún país o lugar especial por visitar al que quieras viajar y aún no has tenido la oportunidad de hacerlo?
Pues estoy empeñado en poder ir a la Antártida, aunque no creo que allá vaya a encontrar lo que más caracteriza mi estilo, pero es un lugar al que me gustaría ir, hacer fotos y soñar. Supongo que ese deseo viene de un viaje en barco que hice por las costas de Groenlandia. Fue tan fantástico que me pasaba el día en cubierta, casi ni bajaba a comer. Recuerdo pasarme el día viendo las SevenMountains, los glaciares, cómo el barco navegaba entre los icebergs… Era un paisaje muy alejado de mi estilo fotográfico pero de verdad era fantástico.
¿Algún lugar en el que hayas trabajado y al que no querrías volver por alguna mala experiencia?
Me suele costar bastante tener que hacer un reportaje allí donde ya he trabajado. Por ejemplo, con los cocineros Michelin. Antes de decir nada más, quiero dejar claro que es un trabajo que me encanta hacer y que siempre que voy me tratan muy bien y siempre es una experiencia agradable, pero puede suceder que te llegue un encargo de ir a un restaurante en el que ya has trabajado varias veces y claro, qué puedes hacer que no sea repetir lo anteriormente hecho. Al final siempre salgo con algo bueno, pero es un trabajo que requiere un esfuerzo mayor que trabajar por primera vez en un lugar. Es por ello que cuando he de ir a un lugar ya conocido, prefiero ir con un periodista que acuda por primera vez y de algún modo meterme en su piel, fijarse en lo que él mira y fotografiar.
¿Qué consejo darías a ese fotógrafo aficionado que por timidez no se atreve a fotografiar todo aquello que desearía?
Yo le diría que salga con la cámara y que si le va a pasar eso, que se entrene. Hay un rollo en Psicología que se llama desensibilización sistemática, enfrentarse a la fuente de ansiedad poco a poco. La base de todo es la experiencia. En todo hay un aprendizaje. Las cosas se aprenden poco a poco, se va cogiendo soltura. Un fotógrafo tímido ha de obligarse, ha de hacer ese ejercicio, porque si no se va a perder grandes tomas. Ocurre que la gente muchas veces sale a la calle sin tener la experiencia suficiente, sin haberlo sufrido y ahí es donde surgen los problemas. Aunque también sucede que hay gente que le gusta más fotografiar otro tipo de cosas o escenas donde no aparezcan personas y eso también es válido. Va con el carácter de cada uno.
Las redes sociales han cambiado la situación prácticamente todos los aspectos de la vida y la fotografía no ha sido una excepción. Se te puede ver muy activo tanto en redes como en tu canal de Youtube. Toda esta revolución en la forma de comunicarse ha sido una herramienta útil para hacer llegar a la gente tu trabajo o ha sido algo a lo que te has visto obligado y de algún modo es una tarea más que te deja menos tiempo para fotografiar?
Yo antes era más visible ya que todo el mundo leía revistas y no tenía que hacer esto de promocionarme. Ahora han cambiado un poco los valores. Antes, te hablo de los tiempos en que yo era alpinista, se valoraba más ese hacer y no el alardear de lo que se hacía. Que fueran los demás los que hablaran bien de ti. No estaba bien visto que un escalador presumiera de sus hazañas. A esos les llamábamos piantes. Tenías que ser reconocido por el resto, no promocionarte tú mismo. Era una especie de militancia para estar dentro de los cánones de esa cultura. Hoy en cambio es al revés. Se llega a un exhibicionismo casi extremo, con tutoriales, guías, trucos… hay cosas interesantes, pero también ves cosas pues que quizás no son realmente de calidad. Hay una marea de gente que consume esos contenidos y bueno, se ha montado todo un negocio en torno a ello con lo de la compra de seguidores y cosas así. Quita tiempo, por supuesto, pero también hay veces que lo disfruto. Cuando no me apetece, simplemente no lo hago, pero cuando me da el punto expansivo, me apetece mogollón. Aunque lleve tiempo, es necesario tener esa visibilidad en las redes para poder llegar a más gente y que ello te permita optar a poder hacer talleres, charlas, etc. Mis mayores esfuerzos hoy día en este mundo de las redes sociales van para mi canal de Youtube, en el que he intentado alejarme de los típicos tutoriales. Es algo que hago principalmente para divertirme. Paso muchas horas solo cuando fotografío, a veces he de esperar mucho rato a que suceda algo y bueno, para pasar el rato voy hablando a la cámara y de ahí saco algo que luego voy montando. No busco llegar a ningún lado con esto sino sobre todo divertirme y hacer algo que me apetezca. No es algo hecho con una gran producción y el vídeo en sí trata de alejarse del típico tutorial. Más bien son vídeos motivacionales para animar a los que se inician a la fotografía y para que los ya expertos en la materia puedan también reírse un poco con mis andanzas.