El escritor y profesor Seve Calleja presenta la obra “Gabriel Aresti: Una biografía de Bilbao”, donde analiza la vida y obra de uno de los mayores exponentes de la literatura vasca. Hablamos con él sobre el compromiso de Aresti tanto con el euskera como con la sociedad que le tocó vivir y de la villa Bilbao como fuente de inspiración de alguno de sus trabajos más destacados.
Gabriel Aresti en tres palabras.
Euskaltzale, generoso y vehemente.
Una obra literaria que pueda resumir su estilo, inquietudes y temáticas tratadas a lo largo de su carrera.
Una sola no, Aresti fue poeta, cuentista, dramaturgo, articulista… En todas hay un poso común: la denuncia social. Y una suya se ha vuelto emblemática: Harri eta Herri. Pero ahí están también sus cuentos, menos conocidos.
Bilbao en los textos de Aresti, Aresti en las calles de Bilbao. ¿Mutua necesidad de hombre y ciudad que buscan su identidad?
Este libro muestra que Bilbao fue motivo central de su obra. Pero también es eco de quienes gozaron y sufrieron junto a él. Porque Gabriel Aresti, envuelto en el franquismo, conoció y denunció las bofetadas de la censura y, sobre todo, la indiferencia y el desprecio de algunos de sus coetáneos.
¿Pudo la censura domar en cierto modo su espíritu inconformista?
La censura no doma. Somete y obliga a hacer trampillas, y Aresti era indómito y poco tramposo, por eso resultaba polémico para unos y otros censores.
Los poemas de Aresti no están exentos de ideología. ¿Merma en su calidad literaria o es un valor añadido? Su poemario más conocido, Harri eta herri (Piedra y pueblo), de cuya edición se han cumplido 50 años hace poco, inauguraba un lenguaje nuevo en la poesía vasca.
Poemas en euskera para una ciudad mestiza y mayoritariamente castellanoparlante.
Es el lenguaje que requiere el tema también nuevo de la ciudad. De una ciudad poblada de aldeanos vascos y de emigrantes castellanos, convocados por el auge industrial a los alrededores de la ciudad, tan desarraigados los unos como los otros.
Por eso Aresti fue vanguardia.
Todo aquel que se mueve en la vanguardia recibe feos desde la retaguardia y Aresti, con su opción por la lengua unificada, por la poesía social, por su desprecio hacia un sector de la burguesía urbana y por el clericalismo cultural que se le hacía asfixiante, recibió aplausos de unos y abucheos de otros.
¿El euskera para Aresti, simple herramienta para su acto creativo o eje principal de su obra ejerciendo una arriesgada militancia por su mero uso?
Él fue un autodidacta en euskera, y en todo, un defensor a ultranza de un idioma vasco que sirviera a todos los euskaldunes, de una euskera que en Bilbao apenas se usaba. Y por eso Euskaltzaindia y sus inquietudes fueron también la fuente de sus desvelos y no muchos disgustos.
¿Qué queda hoy día de ese Bilbao descrito por Aresti?
Más allá del nombre de una calle, un paseo o un centro de enseñanza en su memoria, Aresti hizo visibles necesidades y desigualdades sociales que aún perviven, ocultas tras la monumentalidad del paisaje actual.
Bilbao, siglo XXI, ciudad amable y recubierta de modernidad, ¿crees que inspiraría a Aresti como lo hizo la ciudad gris e industrial de su época?
Se dejaría deslumbrar, pero también vería que aún quedan zonas grises. Y a lo mejor colgaría en Twitter y en Facebook sus aplausos y pataletas.
Aresti, estrella del firmamento euskaldún, ¿hay riesgo en que su nombre e imagen acabe pesando más que su obra misma?
Creo que está tan soldada su imagen a su obra, que es difícil. Y más teniendo en cuenta la fuerza de los euskaldunberris y de euskaltegis y asociaciones como a las que da nombre, nacidos para sostenerla y ensancharla.