Roberto Aguirrezabala indaga en Antimanifesto los movimientos ciudadanos de reacción frente al poder autoritario. A partir de objetos y documentos de cada época, reconstruye grandes eventos socio-políticos que definieron el pasado siglo.
Con “Antimanifesto” incides en la temática de trabajos anteriores de recrear en imágenes escenas de grandes acontecimientos socio-políticos del siglo XX, ¿de dónde procede tu interés por esos hechos?
Soy un apasionado de la historia, pero sobre todo del pensamiento. Antepongo la reflexión y la interpretación frente a los hechos históricos. La parte historiográfica es la materia prima y a partir de ahí busco autores coetáneos que han formulado análisis y teorías para tratar de comprender. Es importante la historia, pero más importante es cómo la desciframos. La base de Antimanifesto es el texto original en alemán del Manifiesto del Partido Comunista. Expongo una revisión crítica de las interpretaciones y usos que ha sufrido este libro, escrito en 1848, a lo largo del siglo XX. Intervengo sobre sus páginas, las asalto. Pero también las rescato y las libero.
En tu obra se puede ver un imaginario de objetos que definen acontecimientos históricos, ¿tu ánimo es documental y te ciñes a representar de forma fidedigna lo sucedido o queda un margen para una interpretación más subjetiva del mismo?
Siempre parto de objetos y documentos reales de cada época, muchos de gran valor histórico. Esto aporta un carácter documental a la obra que es esencial. Pero a partir de aquí, lo documental deviene en interpretación. No fetichizo los objetos, sino que los utilizo, trato de descifrarlos. La mayoría de los objetos son intervenidos en distintas fases para acabar convertidos en algo más cercano a la escultura.
No me interesa la recreación, ni representar hechos históricos. Me enfrento a cada imagen como si fuera un ensayo fotográfico donde voy añadiendo capas y capas de información. Los fondos en mis fotografías contienen documentos, elementos de la época y dibujos que realizo directamente sobre la pared. El personaje suele llevar objetos clave y su propio vestuario es un nivel de información fundamental. Además, me gusta incluir anacronismos. Estos errores son rupturas por las que acceder a ese margen a la interpretación.
El acabado del libro lo convierte en sí mismo en una pieza de arte, ¿tienes ya en mente cómo va a ser el producto final antes de hacer las fotografías o el mismo se amolda al material con el que cuentas para componerlo?
En los dos proyectos, Antimanifesto y War Edition, el concepto de los libros ha surgido mucho antes que la mayoría de las fotografías. Empiezo a confeccionar la publicación cuando solo hay ideas sobre papel. Esto me permite abordarla como una obra abierta, independiente de la serie, donde el proceso es mucho más profundo que simplemente diseñar o hacer la edición. Claro que esto me obliga a tener que encargarme de todos los procesos.
En Antimanifesto partí con la idea de las revoluciones surgidas en el seno del comunismo en Europa. Tenía ya algunas obras acabadas que trataban la Primavera de Praga o la Revolución húngara de 1956, pero no tenía nada de 1953 en Berlín, los movimientos checoslovacos de los años 70, los 80 en Polonia o las revoluciones de los países bálticos al final del comunismo, entre otros. Es un proceso largo, de varios años, porque he tenido que viajar a todos estos países para documentarme. El tiempo es importante. Me siento cómodo en esta incertidumbre, cuando todo está por hacer. Puedo ir anteponiendo la narración a las propias imágenes y consigo que cada imagen tenga que rendir cuentas ante el relato, que es la espina dorsal del libro.
El libro cubre las revoluciones contra el autoritarismo surgidas durante el siglo pasado, ¿la evolución de tu trabajo te llevará a reconstruir alguno de los grandes movimientos sociales y conflictos que van dando forma a este siglo?
En realidad, mis obras hablan de quiénes somos en la actualidad. Utilizo la historia para buscar el origen de nosotros mismos. No hay que perder de vista nuestros monstruos del pasado porque son los mismos esperpentos que ahora tenemos delante. Vivimos tiempos muy complejos en Europa donde sobrevuela de nuevo el fantasma del fascismo.
“Antimanifesto”, Roberto Aguirrezabala. 188 páginas, 37 Euros.