Mery Cuesta publica el libro “Humor absurdo. Una constelación del disparate en España”, trabajo que surge de la exposición de mismo nombre comisariada por ella misma y que repasa la evolución del humor absurdo en España
De los Disparates de Goya a los dislates verbales de Chiquito de la Calzada. El humor a partir de la subversión de la lógica tiene múltiples registros.
Sí, y diferentes públicos también: hay un humor de corte más intelectual que nace en el seno de las vanguardias (sería el de Gómez de la Serna, por ejemplo), y otro de vocación totalmente popular como el de Chiquito o Faemino y Cansado. Lo interesante es que existe una línea genealógica de continuidad entre todos ellos.
¿Este tipo de humor hunde sus raíces en la idiosincrasia del lugar donde se crea o tiene algo de universal que puede conectar con otras culturas?
La subversión de la lógica, el corte, la dislocación del sentido es un tipo de mecanismo humorístico que funciona en todas las latitudes. A todos los individuos en toda cultura, nos hace gracia, por ejemplo, los disparates de un niño o un bebé, por poner un ejemplo básico de rotura de la lógica. Sin embargo, el humor absurdo, que es este tipo de humor basado en la dislocación, sí se tiñe en cada cultura de unas señas de identidad propias: Gila no haría la misma gracia en Alemania, ¿verdad? El humor es una forma cultural que crece y se desarrolla al amparo de lo popular, con lo cual integra las señas de identidad de un pueblo; pero además, el humor es impuro (se combina con otros tipos de humor con el negro, el costumbrista…), y por esta vía también absorbe localismos.
¿El humor absurdo caduca con la generación en la que nació o consigue sobrevivir a la misma?
Mitad y mitad. El humor es intensamente generacional: ahora mismo, los chistes que hacían en La Codorniz no nos hacen chiste ninguno, igual que la generación de nuestros padres no le ven la gracia a La Hora Chanante. El humor recoge absolutamente el espíritu de cada generación, sin embargo, de entre todos los tipos de humor, el absurdo seguramente sea el más transversal de todos, porque apela al dislate, al disparate, a la ruptura de la lógica, y como mecanismo, es universal. Además, el humor absurdo puro tiene un componente filosófico: se suspende deliberadamente por encima de las coyunturas políticas o de actualidad, al contrario que la sátira política. Y eso hace que caduque menos.
Humor costumbrista, sátira, humor negro, humor absurdo… ¿cuál de ellos consigue mejor resistir los embates de la corrección política en la que vivimos?
La corrección política y la exacerbación del censor que cada uno llevamos dentro hace que el humor, en general, sin tener en cuenta su estilo o tipología, se vaya haciendo tímido, blanco, inofensivo… La sociedad actual achanta cualquier conato de humor con un mínimo de potencial mordaz (bonita palabra que desciende de ‘morder’). El humor no puede satisfacer al ancho y largo de la sociedad, y ese no querer ofender a nadie en el que nos hemos instalado, lo está matando. El humor absurdo tiene más activos que los demás para sobrevivir mejor, pero, por ejemplo, hubo mucho humor absurdo en España en una época que aludía a colectivos como los tullidos (Summers hizo decenas de tiras sobre ello) y eso hoy en 2020 no sería posible.
¿Es el humor absurdo el más inteligente de los humores? ¿Puede acabar lastrado por una excesiva intelectualidad?
El humor absurdo tiene una raíz intelectual: como corriente, nace con la Modernidad precisamente para contrarrestar un humor de costumbres y basado en estereotipos castizos y en la diferencia entre clases sociales propio del siglo XIX. El absurdo «eleva» lo humorístico por encima de estas convenciones sociales y quiere romper con ellas, por ello rompe con el sentido mismo, y así es como se hermana naturalmente con prácticas de vanguardia como el dadaísmo o el surrealismo (no en vano, aquí en España empleamos a menudo la expresión ‘humor surrealista’). A partir de aquí, muchos autores y autoras han llevado el humor absurdo por diferentes parajes, algunos más experimentales que otros. Chiquito de la Calzada no era precisamente un intelectual, sino un cantaor de flamenco con una vis cómica y una libertad de improvisación sobre el escenario extraordinarias.
¿España es un país que sabe reírse de sí mismo o se toma demasiado en serio?
Examinando muchos tratados y tratadillos en la investigación para la exposición y el libro «Humor absurdo», constaté que ya desde principios del siglo XX, multitud de autores de diversos orígenes señalaban al humor inglés como la quintaesencia del humor en muchos sentidos: tanto en el terreno de la dislocación como en el de la sátira de costumbres, tanto en la excelencia literaria como en la auto parodia, y yo también he acabado creyéndolo. España no se caracteriza por reírse de sí misma, más bien al contrario: lo tremendamente politizado que está este país en su vida cotidiana hace que nos sea imposible reírnos de algo sin antes preguntarnos quien lo dice y porqué, escarbar en las motivaciones y la autoría… y ahí, por el camino, ya se ha perdido la gracia.
¿Es el meme el mejor aliado para el humor absurdo en el siglo veintiuno?
Es un aliado rápido, consumible, espontáneo, a medida de las redes sociales y de la cultura digital que caracteriza el presente. Es un aliado a la medida de hoy. Pero me resisto a dejar todo el legado del humor solo en manos de estas improntas efímeras y epidérmicas.
¿Alguna celebridad que practique humor absurdo en sus declaraciones o publicaciones en redes sociales sin que sea consciente de ello?
Es interesante la pregunta porque muchas veces calificamos de absurdo aquello que no nos cuadra en con nuestros esquemas de lógica y moral (para mí, la Kardashian es absurda, pero para mucha gente tiene sentido). Tanto en el libro como en la exposición «Humor absurdo» hemos hecho una criba muy consciente de ello, y sólo hemos abordado practicas deliberadas del absurdo, es decir, autores o autoras que conscientemente realizan unan práctica humorística absurda. Ahora bien, gente que a mí personalmente me parezca absurda sin que ella o él haga una práctica absurda consciente, pues lo dicho, todo el universo Kardashian.
El grupo Hidrogenesse canta, “¿De qué se ríen los españoles?,” ¿De qué se ríen?
De las mismas de las que se reían en el siglo XIX: un poquito de cosas que remitan a lo rural español (algo que sigue funcionando), un poquito de estereotipos regionalistas (vascos vs andaluces. etc.), y ya de manera fragmentada, unos se ríen de los otros a fuego cruzadomediante la sátira política.
¿Y de qué, o con quién se ríe más Mery Cuesta?
Pues a pesar de haber dedicado tanta porción de mi tiempo y esfuerzo al humor, no soy de carcajada fácil, más bien de sonrisa interior: esa la llevo puesta todo el día. Pero «si me das a elegir», como dicen los Chichos, me quedo con Joaquín Reyes, con Miguel Noguera y con Yolanda Ramos. Y con Ramón Gómez de la Serna, mi amigo Ramón, siempre.
“Humor absurdo. Una constelación del disparate en España” Ed. Astiberri. Mery Cuesta. 296 páginas, 24 Euros.
Fotografía de Jorge Fuembuena