El cantante y rapero puertorriqueño Benito Antonio Martínez Ocasio, artísticamente conocido como Bad Bunny, presentó por sorpresa, a finales de febrero de este tumultuoso 2020, su segundo larga duración de título YHLQMDLG, acrónimo de “Yo hago lo que me da la gana”, trabajo de confirmación de lo que su anterior álbum ya pronosticaba, ser uno de los artistas clave en estos tiempos de cambio de paradigma que vive la música para grandes audiencias.
Y es que Bad Bunny supone la encarnación de lo que desde hace ya varios años viene siendo una constante en el panorama musical y que es el imparable proceso por el que los ritmos latinos parecen llamados a ocupar la hegemonía musical planetaria en detrimento del pop y rock anglosajón.
Un trabajo que vuelve a contar, como en su anterior álbum, con numerosas colaboraciones de artistas de primera fila y que parece mirar al pasado con un sonido que se nutre del reggaetón de principios de siglo sin renunciar a los ritmos y sonidos trap. Estilo repudiado en sus inicios por amplios sectores de crítica y público, quizás siguiendo ese patrón que cada nuevo estilo musical suscita y que, como sucediera con propuestas novedosas de décadas pasadas, poco a poco, y empujado siempre por las generaciones más jóvenes, consiguió imponerse como el estilo sobre el que se ha construído todo un universo de baile, moda y actitud ante la vida.
Canciones poderosas y rabiosamente contemporáneas que transitan desde los pasajes más oscuros como en “Puestos pa’guerrial” hasta propuestas más festivas y cercanas al reggaetón como “Yo perreo sola” pasando por escarceos con el pop o la experimentación y letras contundentes y directas, que toman partido y se posicionan en el centro de los grandes debates que recorren el planeta conformando la batalla por la identidad e igualdad de género.
Todo un golpe sobre la mesa esta luminosa vuelta de Bad Bunny para reclamarse como quizás el artista más representativo de la escena musical a día de hoy.